11 enero 2012

…será el último en un tiempo. Y es que, aunque ni yo me lo creo, después de toda la vida quejándome de dos kilos de más, después tres, de cinco… hasta ocho!…. Después de haberme convertido en una experta en camuflaje (disimulando un poquito de aquí y otro de allá, escondiendo tripita, apañando pareos…). Después de todo ello y de no hacer nada al respecto a pesar de haberlo pensarlo tantas veces, he tomado una decisión. Así que sin a penas pensarlo y antes de seguir a más, ¡me pongo a dieta!

Tenía una lista de razones suficientes para decidirme:

– Mis vaqueros preferidos cada vez me aprietan más (¿habrán encogido?)
– Es el primer propósito de Año nuevo (…desde el 2003!)
– Los 40 están encima: tengo que empezar a cuidarme
– La media de un kilo acumulado por año, parece no bajar
– La flacidez aumenta y no me gusta hacer deporte (al menos no el suficiente)

… y muchas más. Podría haberme bastado cualquiera de ellas pero confieso que lo único que me ha llevado a decidirme ha sido un “regalo” de Reyes: ¡una báscula!!! Digital, de diseño y de marca, pero al fin y al cabo una báscula! (sin duda hay un “Rey Mago” que me pensó que sería más útil que el iPad que les pedí!)

Pero el caso es que al final ha funcionado… como regalo, como báscula y como excusa. Anteayer la estrené y su efecto fue fulminante: decidí lo de la dieta, pedí cita en un centro médico y acabo de salir de mi primera visita con el doctor. Ya que me he decidido, voy a hacerlo bien… ¿qué mejor que una dieta, un seguimiento, algún tratamiento complementario y, lo más importante: la presión de sentirme controlada?

Así que aquí estoy, con mi ficha médica abierta, mi “dieta” ya en el bolso y estrenando esta libreta que se acaba de convertir en mi testigo y mi cómplice durante el tiempo que dure la aventurilla. Si funciona, quedará escrito. Y si no, también…

Mi último café con azúcar. Mi primera dieta…