No es ciencia ficción. Algunos tratamientos, desde un peeling a la toxina botulínica, pueden frenar el paso del tiempo. Pero no todo vale…

Cuántas veces habrás usado el refrán: prevenir es mejor que curar. Es la máxima de los precavidos. La advertencia que la mismísima Organización Mundial de la Salud se esfuerza en trasladarnos para cambiar (y mejorar) nuestros hábitos como la mejor vía para retrasar la aparición de muchas enfermedades. Y en belleza, una máxima que se tiene cada vez más en cuenta. Lo llaman ‘prejuvenation’ y defiende que cuanto antes empieces a cuidarte la piel con tratamientos estéticos, más tarde aparecerán sus signos de envejecimiento.

“No se trata de eliminar arrugas o aumentar labios. Consiste en combinar las mejores técnicas de la dermatología y medicina estética para conseguir una piel sana y un rostro en armonía 100% natural”, define José María Ricart, director médico del Instituto Médico Ricart (Valencia) y dermatólogo en Ruber Internacional Paseo de la Habana (Madrid). El doctor lleva años hablando de las bondades de la estética preventiva, pero es cierto que últimamente son las propias pacientes las que lo piden.

“Cada vez tenemos en consulta dermatológica a mujeres con edades más tempranas, no solo para tratar patologías como el acné o la rosácea –que ya era habitual–, sino porque quieren empezar a tratarse la cara con protocolos suaves, pero eficaces”, confirma Rosa del Río, dermatóloga del Grupo Pedro Jaén.

¿Con qué edad empezar?

La medicina estética preventiva propone ir por delante de nuestras arrugas, pero ¿cuánto de antes? Los expertos dejan abierta la franja entre los 25 y 30 años. “Cuando alguien acude a consulta y está bien puede obtener grandes resultados gracias a los tratamientos con enfoque prejuvenation, que siempre serán más suaves, menos invasivos y con menos cantidad de productos”, asegura Alberto Morano, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) y director de la Clínica Morano (Palma de Mallorca). Y añade: “Ahora bien, cuando la necesidad se ha instaurado, necesitaremos más cantidad de productos, tratamientos más invasivos y seguramente para obtener un resultado más pobre”.

Antes de cumplir los 30 ya empieza a disminuir la producción natural de colágeno en la dermis. Además, problemáticas frecuentes como las hiperpigmentaciones–manchas– o los poros muy dilatados pueden hacer su aparición en cualquier momento, al margen de las velas que hayamos soplado.

También hay que tener en cuenta el estado de cada piel. Hay chicas que con 25 años presentan muchas arrugas por ser hiperquinéticas (contraen los músculos más rápido de lo normal) o hipertónicas (no llegan a relajar la musculatura facial). Por tanto, aunque el objetivo primordial a estas edades sea mejorar la calidad cutánea –tono, textura, luminosidad, tersura…–, el diagnóstico médico tendrá como siempre la última palabra.

Por supuesto, nada de esto valdrá o, al menos, no tendrá el mismo efecto si no se mantienen rutinas básicas cosméticas como la limpieza diaria y la hidratación así como un estilo de vida saludable. No olvidemos que alrededor del 70% del envejecimiento procede de factores externos como la radiación solar, la polución, el estrés, la mala alimentación o la falta de sueño.

Del peeling al pinchazo

La siguiente pregunta al pensar en el concepto prejuvenation es qué puede hacerse uno cuando es joven y qué no. La doctora Del Río empieza por recomendar terapias básicas “cuyo fin es estimular la producción de elastina y colágeno”. En este grupo entran los peelings químicos suaves y la mesoterapia (infiltración con microinyecciones y a un nivel muy superficial de diversas sustancias). También el microneedling, que consiste en pasar por la cara un rodillo lleno de agujitas para que abra microcanales, activar así los mecanismos de reparación de la piel, y luego aplicar vitamina C o ácido hialurónico con un masaje. El láser, la radiofrecuencia o los ultrasonidos también entrarían aquí.

En el Instituto Médico Ricart cuentan con un programa específico pre-aging para pacientes desde 30 años. “Tras medir la longitud de los telómeros con analíticas, para saber cómo está afectando el paso del tiempo biológico, nos centramos en técnicas que regulen la hidratación, la elasticidad y los primeros síntomas de estrés oxidativo como manchas, tono apagado…”, apunta el doctor Ricart.

El doctor Morano señala también la importancia de engrosar la dermis. “La infiltración de sustancias como ácido hialurónico, aminoácidos, vitaminas, oligoelementos logra nutrir la piel y dejarla más gruesa, es decir, que van engrosar la dermis y protegerla de los agentes externos y agresiones del medio ambiente”, afirma. Él encuentra muy adecuados los protocolos con un ácido hialurónico, “pero no cualquiera, sino uno que no sea reticulado (o ligeramente) y que se muestre muy estable”. En su consulta, para este fin, recurre al tratamiento Skinboosters de Galderma. “Lo bueno para una piel joven es que no altera los volúmenes, solo aumenta la hidratación y la luminosidad”, señala.

¿Y la toxina botulínica?

Los pinchazos con toxina botulínica, que a veces tan mala fama arrastran, también tienen su versión preventiva. “Cuando se inyecta –solo en tercio superior: frente, entrecejo o patas de gallo– en edades en las que todavía no se han marcado las arrugas de expresión se evita que se formen, ya que al relajar esa zona estamos educando al músculo e impidiendo o al menos frenando su formación”, explica Rosa del Río.

Para quienes miren con reservas las infiltraciones de toxina botulínica o de hialurónico, Alberto Morano es tajante: “Si el tratamiento es correcto, con los productos y el modo de aplicación idóneo, nadie podrá decir ‘esta chica está retocada’. Los tratamientos de prejuvenation hacen de la naturalidad y la delicadeza su seña”. Por este motivo, la doctora Del Río desaconseja “los protocolos muy invasivos con rellenos exagerados o permanentes, que cambien los rasgos y más aún cuando no es necesario”. Al fin y al cabo, como concluye José María Ricart, “más que una cuestión de edades, es de sentido común por parte del especialista y del paciente”.

Fuente vanitatis.elconfidencial.com

 

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