El consumo de frutas y verduras es beneficioso para la salud y las ensaladas permiten combinar varias hortalizas y aprovechar distintas cualidades nutricionales. Su punto fuerte es que pueden reunir una gran variedad de vegetales crudos, sin apenas pérdidas de nutrientes. El débil, que al ser una preparación tan fresca, a veces cuesta comerla en invierno. Cuando hace frío, apetece más otro tipo de recetas, como platos calientes o comida de olla. Sin embargo, no hay razón para renunciar a las ensaladas en estos meses. El secreto consiste en suavizar su temperatura para lograr que sean un plato templado.
Pero, además, la clave está en añadir algún elemento que aporte energía, en especial si la ensalada será plato único. Así como en verano apetece que los ingredientes estén bien fríos (recién sacados de la nevera, buena parte de las veces), en los días gélidos es preferible aparcar lo refrescante y degustar unos bocados con sensaciones menos extremas. Conseguir esto es muy fácil: basta mezclar ingredientes crudos y frescos con otros cocinados y tibios (no calientes). De esta manera, obtendremos una temperatura de conjunto muy agradable al paladar.