24 enero 2012
El deporte no es mi fuerte, no voy a negarlo. Los he probado todos: tenis, paddel, natación, piragua, patines, king boxing, spinning, baloncesto, aerobic, pesas… Pero sigo buscando “el mío” (¿existirá?). Y mientras llega o no, ando. Mucho… y rápido. Especialmente cuando llego tarde (casi siempre) o cuando tengo ganas de llegar… como me ha pasado hoy: mi primer “circuito” de preso-termo-meso me esperaba, así que después de media hora andando hacia la clínica, y ya en la recta final (la Rambla), de repente me he encontrado en el cielo… ¿o era el infierno??? Resulta que además de las floristerías de siempre, la Rambla estaba inundada de puestecitos de venta para animar la tarde, despertar el estómago y, en mi caso, poner a prueba mi fuerza de voluntad. Me he visto rodeada de bollería recién horneada, dulces de chocolate, pastelitos marroquíes, queso curado, mermeladas de naranja, de frambuesa, de limón… repostería artesana… aromas de todo tipo… ¡un complot en toda regla!!! Así que en plena carrera de obstáculos (un deporte más que añadir a mi lista) he conseguido mantener mi mente positiva y he estrenado el mantra que me dio el doctor (y que ha funcionado): “No te fijes en lo que no puedes comer. Fíjate en tooodo lo que puedes comer”. Ha sido recitarlo y voilà: ante mi, un oasis de vegetales frescos y saludables: ¡¡flores!!! Rosas, geranios, claveles, violetas… ¿será por flores?
Y aquí estoy, en la sala de espera, maceta en mano, y preguntándome a qué sabrán los pensamientos morados.