Sobre crisis y prioridades he estado pensando en mi trayecto en autobús de camino a la consulta. Un medio de transporte en el que las conversaciones pierden privacidad y la palabra “crisis” ha sido la protagonista de varias de ellas… ¡en todas sus vertientes! Una chica joven hablaba de su crisis de pareja (su novio la había dejado). Una mujer muy elegante y recién salida de la peluquería comentaba a su amiga lo horrible que sentía con su nuevo corte (otra de las crisis femeninas más comunes). Una persona que se ha sentado junto a mi, sin duda había recortado en higiene… Aunque son otro tipo de recortes (los económicos) los protagonistas de la crisis a la que se referían los dos jóvenes que estaban sentados frente a mi (y que nos afecta a todos en mayor o menor medida).
Y es que es un hecho que la crisis está ahí. Y para lo único que sirve es para ordenar nuestras prioridades. Sólo nosotros podemos decidir de dónde estamos dispuestos a recortar y de dónde no. Qué cosas son prescindibles y de qué cosas no queremos prescindir. Opinar sobre las prioridades ajenas es algo en lo que no debemos caer. Y lo digo porque en estos tiempos parece que cuidarse en un gimnasio está bien visto, pero cuidar tu piel, no tanto. Ir a la peluquería sí, pero la depilación láser, no. Ir de cañas sí, pero ir a cenar no… fútbol sí y teatro no… (en fin, ¿se nota que alguna amiga me ha pedido explicaciones sobre mis prioridades?).
Deberíamos empezar a mentalizarnos que la piel es el órgano más grande del cuerpo y que preocuparse por cuidarla es una cuestión de salud y no de frivolidad. Al menos no más que teñirse el pelo o ir al fútbol (por poner un ejemplo).
Así que dicho esto y aprovechando que tengo un evento dentro de 2 días, he decidido probar una sesión de radiofrecuencia, que, además de favorecer la formación de colágeno, provoca un efecto flash tensor que me llevaré puesto a la fiesta. El año pasado ya puede comprobar la eficacia de tratamientos para la flacidez corporal, como las ondas inteferenciales. Así que esta vez le toca el turno a la cara. Porque sí, porque yo lo valgo, porque en mi lista de prioridades, cuidarme ha subido puestos y porque estoy dispuesta a probar cualquier antídoto para la crisis amenzante de los 40… la única crisis de las que nos rodean que, por ahora, puedo controlar. Por todo ello y porque (no voy a negarlo) me consta que una amiga se hizo varias sesiones (con muy buen resultado) el año pasado… ¡Cómo somos las mujeres, eh!
La sesión no ha podido ser más agradable… con los ojos cerrados y la imaginación encendida, el masaje facial me ha transportado a la playa, tumbada y tomando el sol. La sensación de la radiofrecuencia era como si me aplicaran un masaje con piedras de playa muy calientes en la cara… Varias veces y a diferentes temperaturas.
Esto ha sido esta mañana y ahora, por la noche, ya me noto el “guapo subido” y el efecto tensor… ¿crisis de los 40? ¿qué crisis?