10 de Febrero de 2012
Con sus manos sobre mi cabeza como si fuera su bola adivina, mi peluquero, un gran vidente, parece saberlo todo: cuándo me he cortado el pelo, qué número de tinte llevo, cómo me quedará mejor, por qué tengo las puntas abiertas… ¡y hasta mi número de laca de uñas! Pero lo mejor de todo es que, de un solo vistazo, sabe cuántos quilos he perdido y en qué punto estoy de mi dieta. Y es que él y su novio, que a veces le ayuda, son más observadores y amables respecto a los efectos de mi dieta, que ninguna de las personas que me ven cada día y que son incapaces de valorar mi esfuerzo (no pierdo la esperanza de que me pase como a los niños, que crecen cada día pero tú te das cuenta del estirón cuando han crecido un palmo. Como si hubiera ocurrido la noche anterior!).
Pero volviendo a mis peluqueros: el control, interés y seguimiento que hacen de mi dieta, mis tratamientos y mi “puesta a punto” casi superan al de mi médico! (Y ya es difícil… teniendo en cuenta que tanto el doctor como cada persona de su equipo son tan profesionales como encantadores!).
Es por esta razón y casi sin darme cuenta, por la que, desde que empecé la dieta, mis visitas a la peluquería se han multiplicado. Los ánimos que me dan y lo guapa y delgada que me ven pueden parecer exagerados y aduladores, pero son de gran ayuda para mi y estoy segura de que por eso tienen la peluquería llena (porque por sus cortes, me temo que no).
Así que una vez más, he ido a verles a la salida del médico para compartir con ellos mi alegría: ¡estoy a sólo 2 kilos de conseguir mi meta marcada! Casi no me ha hecho falta ni decirlo. Enseguida lo han notado.
Y por ser cómplices de mi esfuerzo y alimentar mi fuerza de voluntad (y lo admito, también mi ego), he querido celebrar mi peso y agradecérselo con un cambio de look. Cualquier mujer sabe que estas tres palabras “cambio-de-look” son suficientes para hacer feliz a un peluquero (estilista, perdón), y yo se lo debía…
“¡Qué menos!” he pensado un instante antes de ver su cara de euforia, tijeras en mano, y de arrepentirme… Pero no he tenido valor para aguarle la fiesta a pesar de que él no ha tenido reparo en cortar y cortar…
¿El resultado? mejor lo comentaré otro día.
Obviamente, volveré… Al menos hasta que acabe la dieta. Y hasta que mi pelo crezca… ¡a ver si tengo suerte y esta vez sí sucede de esta noche a mañana!
¡Qué bién escribes!! Lo haces de una manera “formal – informal”, simpática y amena y que además tocas los temas de nuestra vida cotidiana, cosas que nos pasan a todas cada día y que dejamos pasar sin pena ni gloria.
Me gusta mucho lo que escribes y cómo lo cuentas. Muy bién.